"El objeto de la educación es preparar a los jóvenes para que se eduquen a sí mismos durante toda su vida." Robert Hutch

CLAUDIO







A su mujer, Ventura; a sus hijas, a sus nietos y a su hermana, Maria José.

En nombre de todos los que integramos la LEECP, directivos, socios, trabajadores, de esta organización de la que él era su Vicepresidente, y uno de sus fundadores, me corresponde decir lo que para nosotros significa la pérdida de Claudio López Serrano y el hueco irremediable que su ausencia nos crea; una ausencia que padeceremos en adelante, cuando comprobemos, en el día a día de nuestro trabajo, que su acostumbrada, afectuosa y desinteresada presencia y dedicación ya no nos acompañará.

Han sido muchos años de compromiso desinteresado, de fraternidad, de compañerismo solidario y perseverante de Claudio en este proyecto idealista que hemos construido nosotros mismos con él a lo largo de cinco lustros, luchando con tenacidad para hacer realidad la organización vigorosa, extensa en sus servicios a la sociedad; capacitada, seria y optimista que hoy ha llegado a ser la LEECP, juntamente con la Fundación Cives.

La ejemplaridad ética de Claudio tiene una de sus expresiones vitales mas significativas precisamente en su contribución a la creación de unas organizaciones no gubernamentales que, además de recoger sus ideales pedagógicos y cívicos, y de llevarlos a la práctica mediante los múltiples centros, servicios y programas de intervención educacional y socioeducativa que hoy desarrollamos al servicio de la infancia, la juventud y las familias, se constituyen como entidades sin fin de lucro, de utilidad pública y de ámbitos privilegiados para la práctica del voluntariado social. De modo que la Liga llegó a constituir para él, igual que para nosotros, el espacio reservado, amigable, pacifico, como de una tierra fértil a su disposición en la que poder sembrar la semilla que hiciera posible fructificar las bellas flores de la Solidaridad, la Laicidad y la Ciudadanía activas, sin la pesadumbre y el burocratismo de las organizaciones partidarias.

Puedo atestiguar sobre lo que la Liga significó para los sueños idealistas de Claudio, el gran tiempo y esfuerzo que le dedicó, su cariño por esta organización y por todos sus miembros, las luchas, los desvelos, las preocupaciones, la entrega generosa de su tiempo, hasta sentirla, como así era, parte de su vida, porque fue uno de sus principales artífices desde el momento inicial de su fundación. Claudio ha sido ejemplo de entrega y lealtad a la LEECP, una figura señera de la misma, desde la fundación hasta el día que desgraciadamente le fallaron sus fuerzas físicas, y no tanto su espíritu generoso e incansable.

Aún tenemos en nuestra retina su ya frágil figura participando en nuestras Jornadas nacionales de Formación y Convivencia, los días 27 y 28 de junio de este año 2009, y asistiendo por última vez a la Asamblea y a la Junta Directiva de la LEECP celebradas el día 28 de junio. Sabíamos de su sufrimiento callado, e impotentes contemplábamos, sin saber qué decirle para no herir su voluntad de lucha contra la enfermedad que padecía, como esta iba minando día a día su frágil cuerpo. Nosotros también sufríamos e intentábamos encubrir con nuestro activismo una sensación imposible de normalidad y el temor que nos embargaba por el destino fatal que se cernía sobre nuestro amigo y compañero.

Nos ha dejado un hueco, una profunda ausencia. Pero también una herencia generosa que servirá de estímulo a todos cuantos pertenecemos a la Liga y trabajamos en ella. Porque Claudio dio contenido e hizo efectivos en sus actos y proyectos, todos los principios que constituyen la razón de ser de la Liga: Solidaridad, como compromiso de lucha para hacer realidad los derechos humanos que a todos los ciudadanos corresponden; Laicidad, como propuesta de un orden constructivo y positivo que haga posible la libertad de conciencia, religión y culto de todos, sin discriminaciones; y Ciudadanía, como utopía realizable de protagonismo, de participación activa y decisoria de los seres humanos como protagonistas en un sistema democrático de convivencia, incluyendo el Partido al que pertenecía.

Con Claudio hemos luchado, codo a codo, por una educación solidaria, laica y cívica. Por una Educación y una Cultura Popular; por cuyo motivo creamos en su día con él la Liga Española. Claudio venía del pueblo y de la escuela del pueblo. Era un Maestro de vocación y decía que la escuela no sólo era un lugar para aprender lengua o matemáticas, sino algo más, un ámbito para la formación en el que se aprende a ser persona, a ser ciudadano y a convivir con otros superando las diferencias de religión, sexo o la menor o mayor facilidad que cada cual tenga para el estudio.

Siempre se suelen decir de las personas que se van, los elogios que tratan de resaltar sus mejores cualidades, omitiendo lógicamente los defectos .En el caso de Claudio, la cuestión es bien sencilla, era una buena persona, un buen hombre, en el que todos hemos reconocido la sinceridad y veracidad de sus cualidades humanas. Además nos hemos beneficiado del privilegio de ser amigos y compañeros de alguien que era entrañablemente sensible, sencillo, honrado, generoso y leal. Así fue como actuó en todas las facetas de su vida, como maestro, como voluntario, dirigente político, sindicalista y como dirigente de la LEECP.

Claudio había nacido durante los años de la II Republica y murió con la democracia de la Constitución de 1978 ya consolidada. Heredó de sus mayores unos ideales republicanos, socialistas, democráticos y laicos que defendió y practicó sin rencor, ni afán de revancha. Por el contrario, fue un firme partidario de la reconciliación, que para ser auténtica, decía, no debe incurrir en el olvido de los más perjudicados. Prueba de. su fidelidad a aquel legado de quienes habían sufrido persecución y cautiverio, como le ocurrió a su padre por defender a la República, la pude encontrar en la siguiente poesía que él guardaba de Rafael Morales, perteneciente al Romancero General de la Guerra Civil. Una poesía que, en su caso, suena a testamento y a testimonio sobre sus convicciones más íntimas y sobre su trayectoria vital:

Nació mi puño cerrado
y con él cerrado muero
Yo tengo en mis ojos, vivos
a los míos que murieron.
…………………………
…………………………
¡Que mientras yo tenga ojos,
que mientras, yo tenga pecho,
estarán vivos en mí
corazones en silencio.


Así fue Claudio. Así cumplió el compromiso que tenía como ciudadano y militante, por unos ideales que heredó y que siguen aún vigentes

Ahora todos nosotros mantendremos en nuestros pechos vivo el corazón de Claudio, que ya se quedó en silencio.

Victorino Mayoral Cortés. Presidente de la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular y de la Fundación Cives

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